El embalaje no es algo nuevo, de este siglo, a raíz del auge del comercio online, y ni siquiera del siglo pasado. Ya en la Grecia Clásica y el Antiguo Egipto trabajaban en recipientes para contener comida y otros productos. Más tarde se produjeron diferentes hitos históricos que marcaron un antes y un después en la historia del embalaje, como la Revolución Industrial. Repasamos brevemente la historia del packaging.
Última modificación: 10 noviembre 2021
El desarrollo y la evolución del embalaje siempre ha ido relacionado con la forma de vida de las sociedades humanas. A día de hoy, en un mundo hiperglobalizado, encontramos miles de diferentes envases para transportar y enviar todo tipo de material, pero a lo largo de la historia no siempre ha sido así. La historia del embalaje es relativamente reciente.
Hace 10.000 años, las tribus nómadas que poblaban el planeta prácticamente desconocían el comercio, que nace de la acumulación de bienes, y no tenían necesidad de empaquetar bienes porque no los acumulaban. Prácticamente no transportaban nada porque eran ellos mismos los que se movían dependiendo de las condiciones climatológicas y estacionales. Algunas tribus de pastores seminómadas del este de África como los Masai aún conservan este modo de vida. Sus pertenencias son circunstanciales y ellos y su ganado se desplazan en función de las lluvias.
En este post haremos un repaso a los momentos clave de la historia del embalaje que quizá muchos desconozcan, y en él podremos observar como la expansión y la evolución del comercio a lo largo de los siglos juega un papel clave en la aparición de estas cubiertas los objetos que han de transportarse.
Evidentemente no hay evidencias documentales que nos hablen del tipo de embalajes que usaban las sociedades prehistóricas, aunque sí que se han encontrado restos arqueológicos que confirman que las personas ya usábamos sistemas de embalaje desde hace decenas de miles de años.
En tiempos de los cazadores-recolectores nómadas no eran muchas las pertenencias o bienes que hacía falta empaquetar pero estos restos arqueológicos confirman que a menudo se usaban materiales como hojas, pieles de animales, cáscaras de calabaza o incluso cuerdas hechas de fibras vegetales para transportar pequeños objetos.
Uno de los casos paradigmáticos de este periodo se cree que es el uso de cantimploras rupestres para transportar agua hechas con cuero animal. Se cree que las primeras bolsas para el transporte de agua se empezaron a usar hace más de 7.000 años si bien es cierto que no se documenta su uso hasta pinturas asirias del 3.000 AC.
Con la llegada del neolítico y el desarrollo de las primeras sociedades sedentarias aparecen los primeros cestos hechos con tallos vegetales, objetos parecidos a cestos de mimbre o bolsos de paja.
Lo primero que tendemos a evocar cuando pensamos en un recipiente de vídrio probablemente es una botella de cristal transparente y brillante, pero no era el caso del Antiguo Egipto. Los egipcios fueron los primeros en conservar alimentos y líquidos en vidrio, pero este no era como el cristal que conocemos hoy en día. El vídrio egípcio se obtenía sometiendo la arena a altas temperaturas, aunque la técnica todavía no estaba muy depurada y el material resultante era opaco y se coloreaba con pigmentos naturales. Pese a que el material era frágil y no permitía ver con facilidad lo que llevaba en el interior, los egipcios conseguían que las tinajas de vidrio fueran suficientemente impermeables como para transportar agua.
Las primeras ánforas de las que se tiene constancia estan datadas cerca del año 1.500 AC y fueron encontradas en zonas costeras del Mediterráneo oriental. No obstante, fueron los griegos quienes, después de colonizar gran parte del Mediterráneo, desarrollaron un sistema de fabricación avanzada de ánforas de arcilla.
Recordemos que se trataba de recipientes cerámicos de gran tamaño con dos asas y un largo cuello estrecho.
Las rutas comerciales y colonizadoras de los griegos se encargaron de perfeccionar el diseño de las ánforas para que pudieran transportar víveres como cereales y frutas o líquidos como vino o aceite de oliva. Este sistema fue uno de los predominantes en el comercio europeo y su dominancia se mantuvo casi 2.000 años. No fue hasta el siglo VII de nuestra era que las ánforas cayeron en desuso y empezaron a ser sustituidas por recipientes de piel y madera.
Aunque cerca del 200 AC los chinos ya usaban corteza de árbol para transportar alimentos, la invención definitiva del papel como embalaje no tuvo lugar hasta el siglo I de nuestra era. Se acredita a Cai Lun, un eunuco de la corte imperial Han, como el inventor de la técnica para producir papel. Pese a que el papel tuvo primeramente un uso documental pronto se usó para otros procesos. El embalaje fue uno de ellos y pronto se empezó a usar para transportar alimentos frescos como carne, frutas y verduras. Pese al gran avance chino, el papel aún tardaría muchos siglos en llegar a Occidente.
Se sabe que los romanos ya usaban barricas de roble para envasar vino y aceite de oliva en el siglo II AC. No obstante, la preponderancia de los barriles de madera no se extendió hasta bien entrada la Edad Media. El barril de madera era una forma óptima de almacenar líquidos y sólidos a granel y su desarrollo y fabricación en masa se desarrolló con la evolución de las calzadas y los caminos que construyeron los romanos a lo largo de toda europa. El medio de transporte más usado por estas vías eran los carros tirados por burros o caballos.
Con el triunfo de la Revolución Francesa y la deposición de los monarcas borbones franceses, la necesidad de llevar la República a todos los rincones de Europa fue una de las obsesiones de Napoleón. Pero para ello el general corso necesitaría enviar muchos soldados a todos los confines del continente y ello conllevaría que también tuviera que desplazar muchísimo alimento. Por ello se convocó un concurso con un premio de 12.000 francos para quien pudiera idear un sistema para conservar los alimentos durante el máximo posible de tiempo y que pudieran ser consumidos en el campo de batalla a miles de kilómetros de Francia.
Quien acabó dando con la clave fue el cocinero y maestro confitero Nicolas Appert, que en 1810 y tras más de una década de ensayos inventó la comida en conserva. Appert descubrió que si introducía alimentos dentro de una botella de cristal sellados con un tapón de corcho con alambre y cera, y luego calentaba esa botella, los alimentos permanecían comestibles sin pudrirse durante largos periodos de tiempo. Appert concluyó que su método servía para conservar los alimentos e incluso acabó ganando el generoso premio pero nunca supo el motivo por el que eso ocurría. Décadas más tarde el célebre químico Louis Pasteur, también francés, descubrió que el sistema que ideó Appert funcionaba porque los alimentos hervidos desactivaban toda bactería interior y eso permitía que los alimentos no se acabaran estropeando.
Los grandes descubrimientos y técnicas en matería de embalaje que hemos visto a lo largo de más de 5.000 años de historia se empequeñecen ante la inmensidad de los avances que llegaron con la explosión tecnológica de la Revolución Industrial. La invención de la máquina de vapor hizo que la historia avanzara a todo tren: la velocidad y la distancia de las rutas de comercio se multiplicaron de forma exponencial década tras década, lo que llevó a inventar de forma frenética cientos de materiales para conservar no solo alimentos, sino todo tipo de bienes.
La industrialización se encargaría de llevar el cartón (un derivado del papel que inventaron los Han) a nuevos confines. Y no solo eso: llega un momento en que el embalaje no solo sirve para transportar sino que con la evolución de las técnicas de imprenta y dd mercadotecnia el mismo embalaje empieza a usarse como rexlamo de ventas, incluyendo llamativos eslóganes y originales diseños en sus cajas.
Y cuando parecía que el cartón ya era el amo y señor del embalaje, en el oeste americano pronto empezaron a perforar el terreno con frenesí para encontrar una combustible que estaría llamada a tener la hegemonía de todo el siglo XX: el petróleo. Con la llegada de está sustancia pronto se desarrolló el plástico y este se hizo omnipresente en el embalaje de todo tipo de objetos, así como de alimentos.
Con el auge del comercio online y la globalización, que permite que recibamos alimentos y todo tipo de productos de cualquier parte del mundo, el embalaje ha vivido su época dorada. Sin embargo, el hecho de recibir paquetes a diario embalados individualmente, con plásticos de burbuja, cajas de cartón, bridas de plástico, etc.,o de comprar bollos envueltos individualmente y luego en una bolsa que agrupa varios, por ejemplo, dista mucho de los objetivos medioambientales que nos planteamos en la actualidad.
De ahí que se haga necesario buscar nuevos materiales y reducir el embalaje a la mínima expresión, además de adquirir unas pautas de consumo más responsable. En Legro, por ejemplo, ofrecemos relleno de paquetes con papel reciclado y plástico biodegradable, y asesoramos a nuestros clientes en la mejor manera de embalar sus pedidos con soluciones a medida.