Desde el cada vez más usado embalaje de almidón de maíz hasta alternativas como las algas o los hongos, existen cada vez más posibilidades de hacer nuestro packaging más ecológico. Pero para conectar con la conciencia medioambiental de nuestros clientes debemos ir más allá y optar por la sostenibilidad, y ésta es la que no compromete generaciones futuras. Por eso es interesante investigar y desarrollar ideas que además de recurrir a materiales reciclables o biodegradables, reduzcan el uso de material y lo reutilicen.
Última modificación: 4 enero 2022
La filosofía «reducir, reutilizar, reciclar» con la que hace años que se intenta concienciar a los hogares se ha convertido en una necesidad también para las empresas. Está demostrado por diversos estudios que los clientes tienen en cuenta la sostenibilidad de los productos, incluido el packaging, a la hora de tomar su decisión de compra. Por este motivo, recurrir a un packaging ecológico no sólo responde a una conciencia medioambiental determinada, sino que es una forma de diferenciarnos y conectar con los compradores para aumentar nuestra facturación.
De hecho, cada vez más, las empresas que usan materiales difíciles de reciclar, que abusan del volumen de embalaje o que en general dejan una elevada huella medioambiental con su actividad son señaladas y juzgadas por los consumidores.
Pero que un packaging sea ecológico no lo es todo. De hecho, tras esa palabra que muchas empresas adoptan como si abriera la barrera de un peaje, puede no haber los significados que buscamos. Por ejemplo, ecológico, sostenible y ético no siempre van de la mano, y para dar la mejor imagen nos interesa cumplir con los tres objetivos. Veamos lo que significan y después, enumeremos algunos ejemplos de packaging ecológico.
El del packaging no es el único sector que precisa una identificación clara de lo que es verde, ecológico, sostenible o ético. Lo que debemos tener claro es que no son sinónimos, aunque se usen indistintamente en el mundo del marketing.
El concepto «verde» es muy amplio, hace obviamente referencia al color que asociamos con la naturaleza y se usa para referirse a todo lo que beneficia el medio ambiente, sin concretar. Puede aplicar a cualquier sector, incluso la arquitectura, los productos cosméticos o la moda.
Ecológico es más concreto: se trata de algo que no perjudica el medio ambiente, es decir, que garantiza que la intervención humana sobre medio ambiente con su obtención es realmente mínima: en el caso de la ropa, los productos de limpieza, los muebles, la comida, etc., se garantiza que no contienen productos artificiales tóxicos como pesticidas o herbicidas, o cualquier tipo de químico o fármaco. Existe una certificación para garantizar que un producto es ecológico, mientras que esto no ocurre en el caso de un producto “verde”.
En el caso de un producto sostenible, hablamos de una precisión todavía mayor, ya que las Naciones Unidas lo definen como un producto cuya huella en el medio ambiente no compromete la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus necesidades.
Es decir, que podría haber un producto ecológico que no fuera del todo sostenible. Por ejemplo, una bolsa compostable hecha de fécula de maíz deja en el medio ambiente menos huella que una de plástico, ya que la producción de derivados del petróleo emiten CO2 a la atmósfera y luego son difíciles de reciclar y permanecen décadas en la naturaleza. Sin embargo, producir fécula de maíz para la fabricación de bolsas puede comprometer a futuras generaciones si se talan bosques para plantar maíz. Lo mismo ocurre con un producto elaborado a partir de materiales 100% reciclados, que puede ser considerado ecológico porque no se ha necesitado extraer recursos de la naturaleza, pero puede suponer el uso de mucha energía o agua en su fabricación, y esto dista de ser sostenible porque agota recursos. La sostenibilidad, por lo tanto, tiene mucho que ver con la economía circular, y un producto sostenible se entiende que es ecológico y verde.
Teniendo todo esto en cuenta, en realidad, no hay muchos productos que sean totalmente sostenibles, sólo lo son en relación a otros que lo son menos.
Además, en esta ecuación hay que considerar también el componente ético. Porque quienes tienen conciencia medioambiental generalmente entienden que lo beneficioso para el medio ambiente debe ir acompañado de unas condiciones de vida y de trabajo dignas para quienes hacen posible la minimización de esa huella, como quienes trabajan la tierra, producen los productos, etc. Sin embargo, los productos sostenibles y éticos también deben ser económicamente viables, ya que de lo contrario, muchas personas rechazarán comprarlos. Una forma de estandarizar este concepto fue el movimiento de Comercio Justo, que protegía a los productores de café, cacao y té de los bajos precios internacionales.
Teniendo todos estos conceptos claros, podremos hacer una investigación profunda sobre el tipo de packaging que más nos conviene para nuestro negocio, que cumpla la función que necesitamos, se ajuste a nuestro presupuesto y conecte con nuestros clientes.
Algunas de las claves a tener en cuenta son:
Además, como hemos explicado, es interesante considerar:
Es muy importante no aparentar lo que no somos en relación al packaging (de hecho, tampoco en otra cosa), es decir, no debemos incurrir en lo que en inglés se llama greenwashing. Se trata de una práctica que intencionadamente pretende inducir al consumidor a pensar que vendemos productos ecológicos y/o usamos envases ecológicos cuando no es así, usando el color verde como color corporativo, imágenes relacionadas con la naturaleza, etc. cuando el vínculo es inexistente o mínimo. Es preferible, si no estamos en posición de ofrecer un packaging ecológico o unos productos ecológicos, no hacer referencia a ellos en vez de hacer un márketing engañoso, ya que en la era de las redes sociales una mala decisión de este tipo se difunde en seguida y nos generará consecuencias negativas.
Desde plásticos reciclados y reciclables hasta materiales compostables o biodegradables (puedes saber más sobre la diferencia aquí), las alternativas de packaging ecológico al alcance de cualquier negocio parecen no tener fin. Algunos que podemos mencionar son:
Se trata de la opción más utilizada en la industria, como packaging externo en forma de cajas, aunque se usan también como material de relleno, como veremos más adelante. Su obtención tiene un gran impacto en el medio ambiente, al requerir la tala masiva de árboles para lograr la celulosa con la que se fabrican, por lo que es importante que sean reciclados tras su uso en la industria o tras su uso en el consumo final, o obtenidos de forma certificada de bosques gestionados de forma sostenible, es decir, que no ocupen el lugar de otros ecosistemas.
Lo que muchos denominan plástico de burbujas o papel burbuja está cada vez más cuestionado por su impacto en el medio ambiente, por lo que una alternativa más ecológica para amortiguar los golpes que puede experimentar un paquete en su interior es el cartón reciclado en el que se hacen cortes a jirones o tiras para que haga esa misma función. Es una forma de dar más vidas al cartón sin pasar por un proceso de reciclaje completo.
El cartón también se ha convertido en una alternativa al porexpan (EPS o poliestireno expandido), permitiendo las mismas formas que el porexpan para encajar los productos en el interior de una caja.
En Legro, además, proporcionamos relleno de cartón reciclable mediante el sistema Speedman.
Las pepitas de espuma porexpan también se han utilizado ampliamente para proteger el interior de paquetes. Sin embargo, el EPS no es biodegradable, ni es reciclable, y a menudo termina en los ríos o en el mar, afectando a los ecosistemas. Por eso una alternativa que está triunfando son los cacahuetes de aire biodegradables, que además son económicos.
Otra forma de sustituir el plástico de burbujas o el porexpan en la protección de envíos son las almohadillas de aire. Pueden ser de gran variedad de tamaños, por lo que pueden rellenar huecos de gran variedad de cajas, y su volumen consiste en aire, por lo que el uso de material es mínimo en comparación con otras opciones de acolchado. Son, además, reutilizables, reciclables, y muchas de ellas biodegradables. En Legro proporcionamos este tipo de acolchados mediante Air O-Pack para estaciones de embalaje.
En los últimos años el almidón y la fécula de maíz se han hecho un hueco en el mercado como sustitutos del plástico por sus propiedades similares en muchos usos: botellas, cajas, blisters transparentes, material de relleno… El PLA es una alternativa compostable, es decir, que se puede desechar con los residuos orgánicos (contenedor marrón), desde donde va a una planta de compostaje y se convierte en compost para abonar la tierra, que es el lugar de donde salió.
Sin embargo, al ser un material fabricado a base de un producto de alimentación básico para personas y animales, tiene implicaciones sobre los precios, y por lo tanto, está afecto a consideraciones éticas que debemos tener en cuenta.
Al derivarse de desechos agrícolas tratados con hongos, este tipo de envases y de protección no implican los mismos problemas que los hechos con maíz, por lo que son una alternativa interesante. Pueden usarse para productos medianos y pequeños, permiten una gran variedad de formas, son resistentes y aíslan del frío y del calor, por lo que son una opción interesante para ciertos usos alimentarios. Cada vez más empresas consideran los envases de micelio para sus productos, que se biodegradan a gran rapidez y pueden convertirse en compost.
El agar es una sustancia gelatinosa usada, entre otros, en la industria alimentaria como espesante o sustituto vegano de la gelatina. Sin embargo, hace unos años se patentó su uso en envases como sustituto del plástico, por su presencia abundante en el medio ambiente y la posibilidad de gestionar su cultivo sostenible. Aquí se puede leer sobre la idea, que ganó el Lexus Design Award.
Existen usos para los que todavía el plástico representa la única alternativa, por su resistencia, su impermeabilidad, etc., que permite que un bulto no se rompa o que soporte cargas pesadas. Incluso en estos casos se puede recurrir a plásticos 100% reciclados.
Las telas naturales de tejidos de cultivo sostenible son las mejores candidatas a sustituir las bolsas de plástico. Algunos ejemplos son el algodón ecológico y reciclado, el lino, el cáñamo, las hojas de palma, el yute, etc. Además, las bolsas de tela pueden tener muchas vidas, e incluso convertirse en otros artículos, como un mantel o un fular.
A pesar del gran número de opciones más ecológicas que las tradicionales que tenemos a nuestro alcance, debemos recordar siempre que el packaging más ecológico es el que no existe, y si eso no es posible, es el que implica menos material y más vidas puede acumular.
De esta forma, algunas empresas incorporan ideas creativas para que su packaging sea más ecológico. Algunos ejemplos son:
Hay productos como la ropa que suelen ser enviados en sobres de plástico. Una forma original de no generar desperdicio es envolverla con un fular o una prenda que luego pueda ser reutilizada. Además, puede revestirse de repelente de agua para proteger mejor el interior. En esta noticia se amplía la información sobre está técnica japonesa, llamada furoshiki.
Las zapatillas pueden contenerse con perchas de cartón que implican más de 10 veces menos de material. Quienes idearon este sistema ganaron un premio de diseño. En esta noticia se puede saber más sobre lo que sus diseñadores llamaron omni clip.
Existen empresas que ya empaquetan sus productos en grandes bolsas con una etiqueta de retorno en destino para retornarla una vez recibido el paquete y así volverlos a utilizar. Esta empresa ofrece este tipo de embalaje. Para los productos perecederos existen ideas parecidas, como la que propone esta otra empresa.
En muchos casos, como por ejemplo en la ropa interior, las cajas son más grandes de lo necesario para el producto; reduciendo su tamaño (en el caso de la ropa interior haciéndolas más estrechas, asemejándose a un sobre) se puede ahorrar mucho material.
Enterrar en tierra el embalaje haciendo que se biodegrade mientras brotan flores, plantas, verduras o frutas de las semillas que lleva incorporado es una manera muy innovadora de reducir el desperdicio que puede tener una marca de seducir a sus clientes. Es ideal para joyas y artículos pequeños. Un ejemplo real podemos encontrarlo aquí.
Si estamos considerando incorporar packaging ecológico a nuestros productos, esta guía nos puede ayudar a hacerlo:
Comprometerse con un packaging ecológico en todos los productos de nuestra marca, sean muchos o pocos, después de años de usar un packaging convencional puede acarrearnos problemas imprevistos. Es preferible probar el concepto con unas pocas unidades y analizar su funcionamiento.
En la línea de lo que acabamos de comentar, debemos evitar hacer una compra grande de una solución de packaging antes de probarla con unos pocos productos y pedidos. Es normal que las empresas que venden productos de packaging ofrezcan ofertas por volumen, pero antes de aprovecharlas, debemos considerar solicitar muestras o hacer un pedido pequeño de prueba.
Si ya tenemos pensado llevar a cabo un cambio de imagen de marca (colores, logo, web, etc.) podemos aprovechar el momento para lanzar un nuevo tipo de packaging y así incorporarlo a las pruebas y al estreno.
Muchos negocios son reacios a cambiar su packaging por uno ecológico pensando que les saldrá mucho más caro. Sin embargo, la diferencia no es tan grande, ya que se pueden obtener envases totalmente reciclados por unos céntimos cada unidad. Sin embargo, si no podemos absorber el coste en el precio del producto, es posible que debamos revisar su precio. Probablemente nuestros clientes estén dispuestos a pagar esa diferencia si consideran que vale la pena.
No es muy coherente (ni económico) hacer un cambio a una alternativa de packaging ecológico tirando el stock existente de packaging convencional que podamos tener. Antes de incorporar la nueva alternativa, debemos asegurarnos de que hemos agotado las existencias anteriores.
Si nos planteamos hacer nuestro packaging más ecológico, probablemente valga la pena trasladar ese cambio también a nuestro producto si no lo hemos hecho todavía. Esto nos generará una reputación doblemente positiva y hará subir nuestras ventas entre el público con una fuerte conciencia medioambiental.
Recordemos que recurrir a un buen banco de trabajo a medida, adecuado a las necesidades de cada proceso de packaging, es una decisión imprescindible para aumentar la sostenibilidad, ya que reduce el desperdicio de material. En Legro asesoramos a las empresas, por pequeñas o grandes que sean, para hacer su proceso más productivo y sostenible, mediante una mayor ergonomía y los movimientos justos y necesarios.